
Era un breve sonido de arrabal
que arrastraba nostalgias de alquiler.
por insomnes tabernas oxidadas.
Cuando escuche tu voz,
ya estaba muerta.
El poeta, mi viejo amigo,
-comenzaste a decirme susurrando-
puede perder la voz,
pues tan sólo precisa la palabra.
(c) Toño Jerez
No hay comentarios:
Publicar un comentario