Precisamente eso, el ser de campo, era lo que García Lorca no podía aguantar del "paleto" poeta alicantino, otrora amigo. Lo cuenta a la perfección José Luis Ferris en Miguel Hernández: pasiones, cárcel y muerte de un poeta.
¿Está Miguel? Pues échale.
Según confesaba el propio Aleixandre, Lorca llamó a primeros de julio para decirle que iría, pero al enterarse de que estaba Miguel Hernández dijo que no iría y le pidió que lo echara. Aleixandre no hizo caso y Lorca no sólo no fue, sino que jamás se despediría de Vicente.
No hay comentarios:
Publicar un comentario