viernes

ADÁN Y EVA

Cuando Adán conoció a Eva no le habló de los insultos sistemáticos, del desprecio cotidiano, de la ausencia de caricias, de lo flaca que se queda la ternura cuando el amor sale por la puerta. Cuando Adán conoció a Eva sus palabras aún no herían, sus manos no habían perdido el propósito para el que fueron concebidas, su boca todavía no había olvidado la humedad del beso y el ruido de las llaves en la puerta, no producían terror alguno.

Cuando Eva conoció a Adán, su carne no exhibía el violáceo reflejo de la violencia, la soledad era algo intangible, una enfermedad que padecían siempre los demás.
Cuando Eva conoció a Adán el paraíso aún no era un poster amarillo que ya nadie miraba, ni el salón se había cubierto de negras libélulas.

Esta noche recibí la noticia, Eva murió ayer, encontraron su cuerpo tendido en el cuarto de baño. Tenía los ojos abiertos, el rostro ensangrentado y en la mano izquierda apretaba un trozo de papel que decía: La ceguera no afecta a los ojos, sino al corazón.

Toño Jerez

jueves

FOTOGRAFÍA

Vistas desde la playa de Mónsul - San José - Almería

martes

Hay POETAS y poetas...

Miguel Hernández poeta de campo nacido en Orihuela fue a encontrar la muerte en una cárcel de Alicante, después de combatir en el bando republicano durante la Guerra Civil.

Precisamente eso, el ser de campo, era lo que García Lorca no podía aguantar del "paleto" poeta alicantino, otrora amigo. Lo cuenta a la perfección José Luis Ferris en Miguel Hernández: pasiones, cárcel y muerte de un poeta.

¿Está Miguel? Pues échale.

Corría julio de 1936 y Vicente Aleixandre organizaba una despedida (que para muchos sería definitiva) antes de marcharse de vacaciones. A la fiesta estaban invitados "Pablo Neruda, Manuel Altolaguirre, Concha Méndez, Federico García Lorca, Miguel Hernández y Rodríguez Luna".
Según confesaba el propio Aleixandre, Lorca llamó a primeros de julio para decirle que iría, pero al enterarse de que estaba Miguel Hernández dijo que no iría y le pidió que lo echara. Aleixandre no hizo caso y Lorca no sólo no fue, sino que jamás se despediría de Vicente.